Biblioteca Nacional
Pº de Recoletos, 20
Metro: Colón
La Biblioteca Nacional de España participa en los actos conmemorativos del centenario del nacimiento del poeta Miguel Hernández (1910-2010) con esta exposición.
Un recorrido por la vida y obra del poeta Alicantino, que se podrá ver hasta el 21 noviembre.
La exposición, cuyo comisario es José Carlos Rovira, catedrático de Literatura de la Universidad de Alicante, reúne una selección de cerca de doscientas piezas, algunas inéditas, entre manuscritos, cartas, fotografías, cuadros y objetos personales del autor. Destacan los originales de poemas como Nanas de la cebolla, que Miguel Hernández escribió en la cárcel, o del libro Dos cuentos para Manolillo, para su hijo Manuel Miguel nacido en 1939; algunas cartas a su esposa Josefina; el retrato del poeta a carboncillo que realizó el dramaturgo Antonio Buero Vallejo; la maleta con la que viajó a Madrid o el carrito de madera que construyó en prisión para su hijo, etc.
Biblioteca Nacional
Miguel Hernández a los 14 años, 1924
Retrato de Miguel Hernández, 1940 (Antonio Buero-Vallejo).
Miguel Hernández, Fernando Fernández Revuelta y Fidel Manzanares. Carta ilustrada desde la prisión de Conde de Toreno, en Madrid, enero de 1940.
Miguel Hernández. Postal a Josefina desde Valencia, 22 de julio de 1937.
Manuscrito de "En cuclillas, ordeño", hacia 1924
Josefina Manresa, mujer de Miguel Hernández
Miguel Hernández. Teatro en la guerra, 1937
Máquina con la escribia Miguel Hernández
Video de la exposición
LAS ABARCAS DESIERTAS. Poema de Miguel Hernández.
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado de cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda la gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y un mundo de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
Estudiando las fotos de Miguel se contradice esta poesia, a no ser que la economia de su casa tuviera altibajos. Admiro a Miguel poeta y a su entereza heroica en la adversidad. Es mas hubiera luchado por sacarle de la carcel.
ResponderEliminarPero no entiendo ni esta ni alguna otra parecida. Hambre de juguetes en Orihuela y toda España la hubo en la postguerra.
Saludos de Campos