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viernes, 23 de marzo de 2012

Comercios Centenarios II

14 de marzo de 2012

Se conservan en nuestras calles algunos comercios que han superado la centena, generalmente regidos por familias en las que ya trabaja la 4ª ó 5ª generación. Muchos de ellos han sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin perder el cáracter decimonónico en sus establecimientos.

El Ayuntamiento instala una placa de bronce en la vía publica, según diseño de Antonio Mingote, en la que se recoge el nombre del establecimiento, el año en que abrió, y la siguiente mención: "El Ayuntamiento de Madrid agradecido por los servicios a la Ciudad".

Editorial Reus, en la calle Preciados, 23. La librería editorial Reus fue fundada en 1852 en la calle Peligros por el jurista alicantino José Reus, especializándose principalmente en publicaciones de Derecho, aunque también podían encontrarse libros de arte, historia, etc.
Posteriormente, se traslada, ya con el nombre de Hijos de Reus, a la calle Cañizares. En 1924 se instala definitivamente en la calle Preciados.
Reus iba tan bien que llegó a cotizar en la Bolsa de Madrid a comienzos del siglo pasado. Tras la Guerra Civil, desaperece la librería y sólo queda la editorial, con una nueva dirección que ha dado paso a una tercera época.
Entre sus trabajos como editorial, Reus tiene a sus espaldas más de 5000 obras, destacando varias publicaciones como “Revista General de Legislación y Jurisprudencia”, “Biblioteca Jurídica de autores españoles y extranjeros”, “Biblioteca Filosófica de autores españoles y extranjeros”, entre otras.


Cafés "La Mexicana", en la calle Preciados, 24. A finales del siglo XIX, Dolores Levil Biel, una mexicana hija de españoles, viaja a Madrid para conocer la tierra de sus padres. Seducida por la ciudad, decide instalarse y abrir una pequeña tienda de café en la calle Preciados, que terminaría por ser conocida como la de “La Mexicana”.
El café se lo proporcionaba José Rodríguez, abuelo del actual director de La Mexicana, que había comenzado tostando café en el patio de su casa. Ambos emprendedores colaboraron durante muchos años hasta que José se hizo cargo del negocio que hoy ocupa la tercera generación familiar.
En los años 70, Juan Carlos, el hijo de José, inició la expansión del negocio. Fue tal el éxito que era habitual ver largas colas de gente frente a la aromática tienda roja de Preciados. De hecho, en 1990 fue reconocida en el Guinness de los Records como “la tienda que más café vende en el mundo”.


Farmacia CEA, en la calle Preciados, 14. Julio Luis Delgado Cea abre su primera botica en Valladolid, en 1877. Se traslada a Madrid en 1880, instalando su farmacia en la calle Preciados, primero en el número 28 y luego en el 26. Cuando ambos edificios son derribados, se traslada al número 14, donde permanece en la actualidad. Tanto Julio como su hijo José son farmacéuticos de la beneficencia municipal. De José pasa la farmacia a su sobrino, y nieto del fundador, y es su viuda quien traspasa la farmacia a su actual dueño.
Don Julio era conocido por su constante actualización profesional: se especializó en esterilizados secos, vendajes antisépticos y en alquilar equipos para partos y operaciones a domicilio. Se le considera el padre de la ampolla de suero HAYEM con válvula flotante, autoinyectable.
Del local, con sabor decimonónico, destaca la pintura alegórica que adorna su techo, restaurada por el actual boticario.



Casa Labra, en la calle Tetuán, 12. En las inmediaciones de la Puerta del Sol, fue fundada en 1860 esta antigua casa de comidas.
Su mayor reclamo lo constituyen las tapas, fundamentalmente de bacalao en tajadas recién fritas y en croquetas. El local conserva su decoración original, con una fachada curva adaptada a la estructura del edificio y un curioso cartel de cristal con el rótulo del establecimiento. En su interior, además de su mostrador de cinc y las tradicionales mesas de mármol, el visitante puede recrear la vista en las pintadas y numerosos refranes que hacen alusión a la historia del local. Y es que, este restaurante ha pasado a la historia de Madrid, porque en él fundó Pablo Iglesias, en la clandestinidad, el Partido Socialista Obrero Español, concretamente el 2 de mayo de 1879. Su evolución ha llevado a sus actuales regentes, la familia Molina, a abrir un pequeño restaurante.


Farmacia Arenal 2, en la calle Arenal, 2. Desde su apertura en 1855, con el nombre de Farmacia Gayoso, ha destacado siempre por ser una farmacia puntera tanto a nivel sanitario (está especializada en la elaboración de Fórmulas Magistrales y Preparados Oficinales) como por el papel que ha jugado en la vida cultural de Madrid.
Recordemos la famosa “Tertulia de la Farmacia Gayoso”, a la que acudían personajes como Pérez Galdós, Menéndez Pelayo y Pío Baroja entre otros muchos. En 2005 se acometió una gran reforma en la farmacia con el objetivo de aunar tradición y tecnología: se ha recuperado el sabor de la original farmacia del siglo XIX, y se ha dotado a la farmacia de los últimos avances tecnológicos, como los equipos del laboratorio de formulación o los dos robots de última generación para el almacenamiento y conservación de los medicamentos en condiciones óptimas.


Librería de los Bibliófilos de España, Librería de Gabriel Molina, en la Travesía Arenal, 1. El origen de este establecimiento hay que situarlo en el puesto fijo de libros adosado a la fachada del palacio de Oñate, dedicado a librería de lance.
En 1882 se publica el primer catálogo de los fondos de su librería. El título de Librería de Bibliófilos Españoles lo ostenta desde el año 1906, y entre sus ventas destaca la edición príncipe del Quijote. El local conserva la estructura y mobiliario de la época de apertura. El exterior, con portada de madera oscura de pilastras delgadas marcando la separación de los escaparates y el rótulo de cristal pintado, es también del primer establecimiento.


La Chocolatería San Ginés, en el Pasadizo de San Ginés, 11. Situada en uno de los pasadizos más antiguos de Madrid, entre Arenal y Mayor, existía un mesón y hospedería, Lázaro López, que en 1894 es convertido en churrería.
El pasadizo era el lugar ideal para “choques de espadas” con las que lavar la honra y el escenario que utilizó Valle-Inclán para provocar el encarcelamiento de Max Estrella, allá por 1920 en sus “Luces de Bohemia”. Su ubicación junto al Teatro Eslava y la Iglesia de San Ginés ha proporcionado durante muchos años una numerosa clientela que, tras la función o la misa, tomaba un chocolate con churros.


Alsina, en la calle Bordadores, 7 y 9. Probablemente José Alsina Mascib se plantearía la pregunta retórica: ¿Qué mejor lugar para un negocio de artículos religiosos que estar situado cerca de una iglesia?, ya que su negocio se sitúa, desde su fundación en el año 1886, frente a la Iglesia de San Ginés.
Se trata de una tienda de tradición familiar, regentada actualmente por la cuarta generación, que ha ido ampliando las dimensiones físicas y de desarrollo del negocio.
Con el tiempo se amplió la tienda, se añadieron nuevos escaparates y un taller propio dedicado a la orfebrería e imaginería religiosa. La tecnología también llega al mundo del Arte Sacro y a Alsina, que se encuentra de plena actualidad, pese a ser anterior a la construcción de la Torre de Eiffel, ya que, se pueden adquirir sus artículos a escala mundial a través del comercio electrónico.




Palomeque, en la calle Arenal, 17. Dedicada a la venta de artículos religiosos, su fundación consta en la fachada: el día 8 de diciembre de 1873. En su interior, en la parte alta de las vitrinas, aparece una inscripción con el nombre del fundador, Manuel Palomeque Delafont y el título honorífico de proveedor de “Reales Casas y del Papa”. Estuvo mucho tiempo en manos de la familia Palomeque hasta que pasa a la familia Rueda, que es la que continúa con el negocio.
Entre sus artículos a la venta hay estatuas de Santos, Nacimientos, porcelanas y una estupenda colección de tarjetas con motivos religiosos y reproducciones de pinturas sacras y laicas.
En la tienda destacan los armarios y vitrinas de madera decorados con arcos apuntados y tracerías doradas, y las pinturas de santos en el dintel que da paso a la trastienda.



Fieltros Olleros, en la calle Comandante de las Morenas, 5. Pañerías Olleros abrió sus puertas al público en los soportales de la Plaza Mayor, junto a la calle de Toledo, en 1863. Tras varios traslados, Plaza Mayor 14 y calle Mayor 31, se instalan en su ubicación actual. Comenzando con la pañería y sastrería a medida, y siempre en el tejido, ha ido variando la materia prima para adaptarse a la demanda en cada momento. Está especializada en todo tipo de fieltros, no tiene parangón en gramajes, colores y artículos. El fieltro se completa con realización de banderas y paño para trajes regionales y capa tradicional española. Es una empresa familiar, los Olleros, aunque actualmente comparten propiedad con antiguos empleados. La tienda actual es moderna, pero hacia el año 2000, aproximadamente, compraron como almacén la también centenaria carnicería el Arca de Noé, Barco de la abundancia, edificio protegido por su bonita fachada, fundada como carnicería en 1870 por Juan Mingo.




Bisutería Otero, en la calle Mayor, 28. Pablo Poncela, asociado a la familia Alexandre, monta un local de bisutería en San Bernardo, para acabar en la calle Mayor en el local ocupado con anterioridad por la perfumería Thomas. Desde entonces se conserva intacto con su portada de madera roja y su interior en madera oscura por la que asoman miles de aderezos: peinetas, collares, pendientes, anillos y todo tipo de accesorios. Su hermana Teresa se vino del pueblo para ayudarle, con quince años, y con el tiempo ella y su esposo, Adolfo Otero, se quedan con la tienda, que pasa a su hija Teresa, hoy una venerable anciana, y de ésta a su hija Almudena. Entre sus clientes hay artistas y gentes del teatro que conocen el lugar desde siempre, ya que es una de las primeras tiendas dedicadas a la bisutería en España, siempre abierta, incluso durante toda la Guerra Civil, momento en que atendían a muchos soldados de las Brigadas Internacionales.


Celada, en la calle Mayor, 21. La historia de Celada comienza en la calle del Rollo, donde se ubicaba su fábrica de cintas y galones realizados a mano. Con el tiempo el negocio se traslada a la calle Mayor, donde hoy continúa el negocio a cargo de la tercera generación de la familia, representada por Delfín Celada.
La tienda apenas ha cambiado desde sus inicios: conserva el escaparate donde se exponen las medallas y efectos militares, y al atravesar la puerta acristalada del local nos encontramos con un pequeño mostrador en el que se presenta el género. En Celada podemos encontrar todo tipo galones, efectos militares y condecoraciones, no solo militares sino también civiles y universitarias, realizadas en esmalte y materiales nobles.
También podemos hallar otro tipo de objetos, como espadería, bastones de mando, emblemas, placas de homenaje y heráldica, así como un gran surtido de banderas y estandartes.



Los Ferreros, en la calle Ciudad Rodrigo, 5 El bisabuelo del dueño actual instala una tienda de ultramarinos en una de las calles de acceso a la Plaza Mayor, centro del Madrid galdosiano y la mayor zona comercial de la época. El propio fundador reconvirtió la tienda de ultramarinos en salchichería - carnicería. Con el tiempo se han ido añadiendo quesos, fiambres, vinos, azafrán y otros productos típicos de España, debido a la gran afluencia turística de la zona.
Pese a que han ido “mejorando,” el local sigue conservando el estilo de sus orígenes, reflejado en los elementos decorativos como los angelotes que, portando diversos embutidos, fueron pintados en el techo en el último año del siglo XIX. La familia Ferrero ha estado siempre en la tienda.




Hijos de Lechuga, en la calle Mayor, 51. Santiago Gallo, apodado “Lechuga”, se traslada a Madrid y funda su negocio de abastecimiento de carne en el año 1840. La calidad de su género le convierte en proveedor de la Casa Real. Además, sirve a grandes hoteles como el Ritz o Palace, así como a casas aristocráticas de la Corte. En 1958 se hace una gran reforma de la tienda, cambiando su antigua apariencia por otra más moderna. Destaca este establecimiento, por su fabricación artesanal de embutidos, salazones y productos cárnicos en general.


Real Botica de la Reina Madre, en la calle Mayor, 59. Fundada en el siglo XVI, es una de las farmacias más antiguas de la capital, conocida popularmente con este nombre porque la Reina regente María Cristina encargaba en ella sus medicinas en el siglo XIX. Reconstruida en 1913 por el arquitecto modernista Carrasco-Muñoz Encina, es uno de los mejores ejemplos del modernismo en Madrid. Destaca su pequeña biblioteca y las fórmulas de algunos “prodigiosos remedios”, como la pomada encarnada contra la calvicie o los trocitos de momia contra la tuberculosis.


Peluquería El Kinze, en la calle Cuchilleros, 15.  Es probable que los inicios de la peluquería fuesen en la Plaza Mayor, a mediados del siglo XIX, en un local encima de la papelería Zamora. Lo que sí es cierto es que Eladio Gurumeta realizó su inauguración en la calle Cuchilleros, 15 el día dos de Enero de 1900. Se trabajaba con igualas por las que una familia pagaba 30 pesetas al año para que sus varones se cortaran el pelo cada quince días y también tenían derecho a un afeitado semanal. El corte normal costaba 50 céntimos.
Rafael López y Alfonso Sánchez, actuales dueños y antiguos empleados, conservan la fachada pintada a bandas rojas y azules, al estilo de las peluquerías de antaño, y las sillas de estilo “americano” de metal y rejilla, muy propias.









Bodegas Ricla, en la calle Cuchilleros, 6. Se funda en 1867 y lleva el nombre del pueblo aragonés de los fundadores. Dentro de un local pequeño, para permanecer de pie, podemos saborear un fantástico vermú o un chato de vino, entre el olor que despiden sus tinajas de vino.  Para comer, podemos encontrar las típicas conservas de mejillones, berberechos, anchoas, y también platos elaborados, como el bacalao en aceite, los boquerones en vinagre y la estrella de la casa: los callos a la madrileña, sin obviar la cecina de León.


Restaurante Botín, en la calle Cuchilleros, 17 Establecimiento fundado en 1725 y considerado como el restaurante más antiguo del mundo, razón por la cual su nombre figura inscrito en el libro Guiness, donde también se relata que, hacía 1765, trabajó como lavaplatos un joven Francisco de Goya.
En 1725, un cocinero francés, Jean Botín, y su esposa, de origen asturiano, abren una pequeña posada.
De esta fecha data el horno de leña de la casa, que aún hoy en día sigue asando cochinillos y corderos en el domicilio de Cuchilleros, al que se trasladan en los años 40.
Cuando fallece el matrimonio, se hace cargo del negocio un sobrino de la esposa de Botín. Actualmente vamos por la tercera generación de esta familia. El restaurante ocupa las cuatro plantas y conserva el ambiente de posada original, pese a las reformas de acondicionamiento.


Vídeo realizado con las fotos que tomé en mis visitas por Madrid para ver los Comercios Centenarios. Música: "El preludio de La Revoltosa"

Fuente del texto: esMADRID.com
Más información sobre Comercios Centenarios: I, II, III y IV
Asociación de Establecimientos Centenarios y Tradicionales de Madrid